lunes, 1 de septiembre de 2008

Historia de la reposteria chilena




En el siglo XVII, las monjas dieron un gran impulso a la repostería. Hasta hoy día vale la expresión "hecho con mano de monja", para decir que un postre es exquisito.
Fue una época pródiga en esta faceta culinaria hasta entonces desconocida. Las religiosas imitaban con
pastas y almendras, desde los más delicados dulces hasta frutas naturales, servicios de mesa, vasos e incluso servilletas. A estas imitaciones se les llamo "contrahechos" de las monjitas, llegando a ser tan perfectas que muchas veces llevaron al engaño.
De sus manos surgieron los dulces de
alfajor, las sustancias, los duraznitos de la virgen, el dulce de membrillo, el manjar blanco, entre muchos otros, y constituían los regalos típicos de las navidades coloniales.
También la influencia española de la repostería judeo-morisca, marca su herencia gastronómica con recetas como los
alfajores, el manjar blanco (similar al dulce de leche), huevo mol, aloja de piña o de papaya, las compotas y frutas en almíbar elaboradas con frutas autóctonas, sin olvidar los frutos de sartén como los buñuelos y picarones.

1 comentario:

Rene dijo...

¿Cual es la fuente de estos datos?